La falta de ojalillo en muchas hojas (de diccionarios)

DILyF, AAL

Estamos en el colegio o haciendo los deberes. Con la manipulación, los orificios de la hoja de carpeta empiezan a prolongarse hacia el borde, hasta que la hoja corre el riesgo de desprenderse. Para evitarlo, necesitamos ojalillos.

Esta escena es familiar para la vasta mayoría de los argentinos y tal vez de gran parte del mundo hispanohablante. Hasta la aparición de las hojas con bandas plásticas protectoras en los márgenes —incluso hoy ausentes en algunos modelos—, la colocación de esos pequeños círculos adhesivos ha sido una práctica habitual en la vida escolar y a veces también fuera de ella. Por lo tanto, es evidente que la palabra que los designa será reconocida y también empleada por una gran cantidad de hablantes de todas las edades. Y sin embargo, la palabra ojalillo no aparece en ninguno de los diccionarios que consultamos para su investigación.

El hecho de que no la registren diccionarios que privilegian la incorporación de términos usados en España lleva a sospechar que se trata de una palabra regional, usada en la Argentina y tal vez en otros países americanos, pero tampoco la hallamos en diccionarios de americanismos ni especializados en el español de la Argentina o del Uruguay. El Registro de lexicografía argentina, confeccionado por esta Academia y que incluye cada palabra presente en diccionarios de argentinismos publicados desde el siglo XIX hasta fines del XX, informa que el término no fue consignado en ningunas de esas obras lexicográficas. Una omisión tan evidente no deja de ser llamativa.

Como no hay dudas sobre el conocimiento de la palabra por parte de los hablantes argentinos, la investigación se enfocó más en determinar qué otros países hispanohablantes la usan. Los resultados del relevamiento ofrecen una explicación sobre la falta de registro de esta palabra en los diccionarios.

Uno de los recursos más eficaces de la lexicografía moderna son los corpus lingüísticos, que recopilan y codifican gramaticalmente las voces y expresiones que contienen. La Real Academia Española, junto con la colaboración de otras instituciones, cuenta con corpus que recogen cientos de millones de formas en miles de documentos escritos en español desde la Edad Media hasta hoy. Cuanto más recientes son los conjuntos de documentos incluidos, mayor es su cantidad y la proporción de textos americanos (y por lo tanto, mayor la chance de encontrar palabras usadas preponderantemente en la Argentina). Al consultar estas formidables herramientas de investigación, comprobamos la cantidad de veces que en ellas aparece ojalillo (o su plural, desde luego): ninguna. Sí aparece con otro significado, pero solo tres veces y en otros países latinoamericanos.

El siguiente paso es recurrir a otro tipo de fuentes. Aunque no diseñadas para los estudios léxicos, las obras de prensa son significativas para un panorama del vocabulario en uso. Según los motores de búsqueda de los tres diarios argentinos de mayor circulación, cuyos archivos digitales accesibles abarcan más de veinte años de ediciones anteriores, ojalillo se registra solo 17 veces.

Estos números tan escasos de la frecuencia de uso documentada de la palabra solo puede explicarse porque, evidentemente, hay una diferencia enorme entre su empleo en oralidad y escritura. Lo excepcional aquí es que este fenómeno suele presentarse cuando el término oral es demasiado coloquial para que se vuelque proporcionalmente en la escritura (formas consideradas vulgares, formas de la jerga juvenil, etc.); o, inversamente, palabras del registro académico, literario, poético, y por eso propias de la lengua escrita pero no de la oral. En cambio, ojalillo es neutra en cuanto al registro, bien familiar para los hablantes argentinos y sorprendentemente ignorada por los diccionarios.

En noviembre del año 2016, la palabra ojalillo se incorporó al Diccionario de la lengua de la Argentina, publicado tres años más tarde: