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A ciento cincuenta años de su muerte, la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba conmemora a uno de los escritores más originales del siglo XIX. Incluye la traducción completa de la breve biografía de Bénédict Gallet de Kulture.

Daniel Gigena, en La Nación — De los dos poetas gauchescos que, según Jorge Luis Borges, merecen «perdurar en nuestra memoria», uno es el autor de Martín Fierro, José Hernández, y el otro, Hilario Ascasubi, de quien hoy se conmemora el 150º aniversario de su muerte en la ciudad de Buenos Aires, a los 68 años. En La moneda de hierro, Borges le dedica un obituario en forma de soneto, «Hilario Ascasubi (1807-1875)», donde se lee: «Fue muchos hombres. Fue el cantor y el coro; / por el río del tiempo fue Proteo. / Fue soldado en la azul Montevideo / y en California, buscador de oro. / Fue suya la alegría de una espada / en la mañana. Hoy somos noche y nada». Murió en Buenos Aires el 17 de noviembre de 1875.
Nació el 14 de enero de 1807 en Fraile Muerto (localidad cordobesa rebautizada como Bell Ville), a bordo de una carreta, en medio de una tormenta. «Parió allí la doliente, dando a luz a un gauchesco parvulillo a quien llamaron Hilario (él firmaba sin H), y, andando los tiempos, supo mostrarse digno de aquella cuna presagiosa. Tal fue la natividad de nuestro Hilario Ascasubi, sobre el salvaje lecho del herbazal pampeano», escribió Ricardo Rojas en Historia de la literatura argentina. Para Leopoldo Lugones, que lo contrapuso a Hernández a la hora de fundar una épica nacional, «su verso áspero, su rima pobrísima, su absoluta falta de comprensión del tipo en quien encarnaba las pasiones del localismo porteño, hostil a la Confederación, no tenía de gaucho sino el vocabulario, con frecuencia absurdo».
Su amigo Domingo Faustino Sarmiento lo llamó «el primer bardo plebeyo» y el crítico literario uruguayo Ángel Rama lo consideró un «empleado a sueldo» de Justo José de Urquiza, que le pagó $1800 por «celebrar victorias, inventar calumnias, describir horrores de los enemigos, enardecer con atroces invocaciones el ánimo guerrero de los paisanos de su bando contra los del adversario», es decir, Juan Manuel de Rosas. En la Argentina, la “grieta” no es un invento del siglo XXI.
Además de poeta, discípulo de Bartolomé Hidalgo, Ascasubi fue militar, diplomático, tipógrafo y periodista; tras dos años de prisión, en 1831 se exilió en Montevideo en pleno auge del rosismo; por si quedaran dudas de su antirrosismo pertinaz, basta releer «La refalosa», donde un mazorquero degüella a un gaucho unitario. «¡Brinca el salvaje vilote / que da risa!», celebra el bando federal en la obra que firmó con el seudónimo de Paulino Lucero. Después de la batalla de Caseros, se enfrentó a Urquiza, contra quien luchó como aliado de Bartolomé Mitre que, en su presidencia, le encargó misiones diplomáticas en París. Fue uno de los fundadores del primer Teatro Colón que se inauguró en 1857 […].
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