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Lidia Vinciguerra, Antonio Requeni y Axel Díaz Maimone
Una amiga en común —la pintora Zilda Balsategui— fue quien me habló, por primera vez, de Antonio Requeni. Esa tarde me prestó su Antología poética, publicada pocos años atrás por el Fondo Nacional de las Artes. Fue un descubrimiento.
Cuando empezamos a organizar la Fiesta Nacional de las Letras, en 2005, uno de los primeros invitados fue Antonio. Recuerdo que Zilda lo llamó; y que, después, me pasó el tubo del teléfono para que hablara con él. Entonces acordamos una entrevista, por carta, para publicar en el diario de Necochea. Tal vez, sin saberlo, en esas páginas que todavía conservo comenzó el diálogo que terminó convirtiéndose en un libro. Porque, a decir verdad, algunas de esas preguntas y respuestas, y otras, posteriores, hechas por correo electrónico, forman parte de Antonio Requeni. La bienaventuranza de la literatura.
Una mañana de mayo de 2022 grabamos la primera conversación. Los diálogos se extendieron más de dos años; aunque bien podrían considerarse uno solo, dividido por temas.
Desde el principio me llamó la atención la generosidad de Antonio. Que un escritor reconocido accediera a contarle cosas a alguien como yo, a quien le interesa la literatura y que siempre está dispuesto a escuchar, me parecía increíble. Sin embargo, en cada encuentro iba ganando terreno la confianza.
Debo confesar aquí que, entre viaje y viaje, fui releyendo todos los libros de Requeni, y cuanta publicación dispersa en diarios y revistas logré conseguir. Eso me permitió formular varias preguntas que Antonio contestó pacientemente.
Al volver a mi casa, desgrababa, pasaba a la computadora y dejaba una copia impresa, lista para llevársela a Antonio en el próximo encuentro. Él leía todo, corregía a mano, pasaba las hojas a máquina, las volvía a corregir, y me las entregaba. A veces, en las correcciones agregaba datos, anécdotas, historias que complementaban lo que habíamos hablado antes. Conservo esas hojas, con sus correcciones e indicaciones: no sólo representan la evolución del libro, sino también una lección de escritura.
En un momento, creo que fue en el café de Avenida Rivadavia y Doblas, le pregunté a Antonio qué significaba, para él, la literatura. Me contestó que era una bienaventuranza. Inmediatamente pensé en el significado de la palabra, asociado a la felicidad y al sentido religioso que vincula esa felicidad con un ideal de vida. No podría haber dado una definición mejor. Además, era el título perfecto. Esa palabra resumía todo.
Cuando le conté a Pablo De Santis, durante una visita a Las Flores, que estábamos grabando una larga entrevista con Antonio, celebró alegremente la iniciativa. Es necesario recordar que él lo eligió para que dijera el discurso de bienvenida en el acto de incorporación a la Academia Argentina de Letras.
Inspirado en la admiración y el cariño por Requeni, Pablo escribió el prólogo para las conversaciones. En él destacó que el libro es «una colección de momentos», «un ejercicio de pasión y alegría».
Efectivamente, cada encuentro con Antonio es único. Escucharlo hablar, evocar amigos, compartir impresiones sobre libros, música, lugares, etc., siempre es un aprendizaje. Pero también suelen deslizarse comentarios que sólo se hacen en confianza, amparándose en la amistad; y, como la amistad está ligada a la ética, quedarán para siempre en el terreno de la confidencia.
Quiero agradecer públicamente a Antonio Requeni, sobre todo, por su obra y por su amistad. También a su esposa, Virginia, que compartió con nosotros muchos encuentros. Y a Pablo De Santis, por sus lecturas y por el prólogo. Debo decir que Lidia Vinciguerra trabajó responsable y afectuosamente para que se publicara el libro que hoy presentamos: Antonio Requeni. La bienaventuranza de la literatura. Asimismo, es necesario reconocer la generosidad de la Academia Argentina de Letras, al organizar este acto; y dar las gracias a su presidente, el doctor Rafael Felipe Oteriño, que transformó una idea en este gratísimo encuentro.
Axel Díaz Maimone.
Discurso pronunciado el jueves 23 de octubre de 2025,
en el acto de la Academia Argentina de Letras en el que se presentaron los libros
La poesía de Antonio Requeni. Vigencia (y novedad) de la tradición, de Osvaldo Rossi,
y Antonio Requeni. Las bienaventuranzas de la literatura, de Axel Díaz Maimone,
publicados por Editorial Vinciguerra y la Fundación Argentina para la Poesía.
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