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Crédito foto: Hernán Zenteno - La Nacion
Me es sumamente grato abrir esta sesión pública de homenaje a Emilia de Zuleta, quien fue miembro correspondiente en Mendoza, miembro de número y que actualmente reviste la condición de miembro honorario de esta Academia Argentina de Letras. Emilia siempre trazó lazos entre España y Argentina. Baste recordar sus libros Relaciones literarias entre España y la Argentina, Cinco poetas españoles, Historia de la crítica española contemporánea. Pero hoy quiero recordar los lazos que tendió hacia las generaciones más jóvenes.
Conocí y frecuenté a Emilia de Zuleta en Mar del Plata. Corría la década de los 70 y yo llevaba pocos años en la ciudad marítima. Pero más reciente aún era el arribo de Ignacio Zuleta, su hijo, aquí presente, que había sido convocado por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional. Rápidamente hicimos amistad con Ignacio, y también, casi de inmediato, comenzamos nuestra relación con Emilia, quien desde Mendoza concurría a visitar a su hijo y a sus nietos.
En una reunión en mi casa, luego de comentarnos sobre sus intercambios epistolares con Jorge Guillén y del gusto, en otro orden, que ella sentía por los baños de mar —dos caras de su personalidad erudita y, a la vez, animosa—, nos instó para que formáramos un cenáculo o grupo que diera continuidad a nuestros encuentros literarios, en una ciudad que, gracias a la impronta universitaria, comenzaba a sumar a su perfil turístico el cultural.
Cumplimos su consejo y con Ignacio, colegas y alumnos creamos el grupo literario «Torre del Homenaje». El título no fue feliz —tampoco recuerdo a quién se le ocurrió—: presentamos la Antología esencial de la poesía argentina de Horacio Armani y un par de actos, uno de ellos con la presencia de Raúl Gustavo Aguirre. La repercusión fue inmediata. Era una ciudad que tenía hambre de literatura. María Esther Vázquez le dio un auspicioso espacio en su página «Instantáneas» del Suplemento Literario de La Nación […].
Leer el discurso completo de Rafael Felipe Oteriño, presidente de la AAL, pronunciado el 25 de septiembre de 2025 en el acto de la Academia Argentina de Letras en que celebró el homenaje a la académica honoraria Emilia de Zuleta (1925-2025) por el centenario de su nacimiento.

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