Se presentó en la Academia la exposición sobre Francisco Gil, el "librero mayor de Buenos Aires"

Del 10 al 16 de octubre, la Academia Argentina de Letras fue sede de una exposición que recupera la memoria de Francisco Gil, el “librero mayor de Buenos Aires”. La muestra, que estuvo abierta al público durante esos días en el pasillo lindante al salón “Leopoldo Lugones”, en la planta baja, se inauguró con un acto celebrado el jueves 10, a las 18.30.

De la inauguración participaron como oradores los académicos de número de la AAL Alicia María Zorrilla, Presidenta; José Luis Moure, Vicepresidente; Rafael Felipe Oteriño, Secretario general; Antonio Requeni; y Jorge Cruz; junto con el documentalista gallego Xan Leira, quien ideó la exposición y es también el realizador del documental Francisco Gil. Librero Mayor de Buenos Aires que la complementa, y que se proyectó durante el acto.

alicia zorrilla

En su discurso de apertura, la presidenta Alicia María Zorrilla subrayó que Francisco Gil llegó a convertirse en el librero más importante de Buenos Aires, a tal punto que, “sin haber escrito un solo libro pero habiendo leído muchos, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) lo hizo socio honorario”. Contó que Leopoldo Marechal lo consideraba un puente de oro entre el autor y el lector, y habló sobre la vida del homenajeado y sobre el origen y los responsables de la exposición inaugurada.

xan leira

Luego tomó la palabra el realizador de la muestra, Xan Leira, quien presentó su documental como “la historia anónima de Francisco Gil”. Compartió la historia de la realización del documental y la exposición, y el trabajo que tomó el recuperar todo el acervo cultural que Gil produjo. Agradeció a las autoridades y a los académicos de la AAL, en especial a José Luis Moure, Rafael Felipe Oteriño, Jorge Cruz y Antonio Requeni. Los dos últimos, junto al académico correspondiente en Galicia Luis González Tosar, dieron testimonio sobre Gil en la película.

“No era solo un vendedor de libros, era un hombre. Amaba los libros, amaba la literatura y amaba la amistad que ellos generaban”, concluyó Leira, para después proyectar el documental al público reunido en la sala.

rafael felipe oteriño

Concluida la proyección de la película, hablaron cuatros académicos con raíces gallegas. El primero fue Rafael Felipe Oteriño, quien contó cuando conoció a Gil, el mundo literario que frecuentaba en ese entonces —en los tiempos en que quería ser escritor y conocer, a su vez, a escritores—, y la anécdota de cuando el librero le presentó a Ricardo Molinari.

Oteriño dijo de Gil: “Era un hombre formal, pero además muy dinámico. De esos hombres que no eran vendedores de libros, eran amigos. Asesoraban al lector. Y armaban una tertulia”. El académico finalizó expresando su deseo de que le hubiera gustado saber que era gallego, como para emparentarse más con él.

josé luis moure

A continuación José Luis Moure también relató la situación en que lo conoció a Gil, a quien describió como “de los libreros que ya no hay”, por su dedicada atención al lector y por saber todo sobre los libros que vendía. Señaló que su contacto con Gil fue breve, por lo que, cuando lo llamó Xan Leira, no dudó en presentarle a Antonio Requeni y a Jorge Cruz, quienes sí lo conocieron mucho más personalmente y con más asiduidad, para que compartieran su experiencia para el documental.

jorge cruz

Uno de ellos, Jorge Cruz, fue el siguiente en hablar. Compartió un relato personal sobre Francisco Gil, así como su vínculo y experiencias con los grandes literatos de la época. “Era un personaje de reconocida autoridad, que se ganó el aprecio de personajes de la intelectualidad local y de la clientela de El Ateneo”. Ponderó, de entre todos sus reconocimientos, el de la SADE al nombrarlo socio honorario y el de la municipalidad porteña, de la que recibió el diploma de Librero Mayor de Buenos Aires. Cruz destacó “su modestia, la que indicaba que argentino no era”.

antonio requeni

Antonio Requeni cerró el encuentro con otro relato novelado, lleno de anécdotas, sobre la vida cultural en las cercanías a El Ateneo durante la época de Francisco Gil. Sobre él dijo que “no tenía estudios, pero era un buen lector y amaba los libros”. “De su amistad pudimos gozar hace 50 años viejos y jóvenes lectores”, concluyó.