NOEMÍ ULLA

(1938 - 2016)
PALABRAS DE DESPEDIDA DEL PRESIDENTE DE LA ACADEMIA

     La Academia Argentina de Letras, a quien represento, pierde con Noemí Ulla a una investigadora y creadora excepcional, elegida para integrar nuestra institución el 22 de julio de 2010. Lamento que  el abrupto desenlace de la enfermedad que la arrebató no permitió encomendar a algún colega más próximo a su especialidad y a su persona las palabras de despedida que estuviesen a la altura de la calidad de su obra.

     No obstante, creo que estas circunstancias tampoco son las más apropiadas para un currículum que buena parte de quienes están hoy aquí conocen.  Permítaseme entonces apenas una exposición tan apretada por necesidad como injusta por lo que excluye.

     Noemí Ulla, después de sus estudios de grado en la Universidad Nacional del Litoral, alcanzó el grado de Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires.  Desde muy joven había integrado activamente en Rosario, los grupos de narradores y poetas que enriquecieron la vida intelectual de aquella ciudad en la década de 1960.

     Importantes premios distinguieron su trayectoria:  Premio Nacional de Cultura de la Provincia de Santa Fe (1967), Faja de Honor de la SADE (1997), Primer Premio de Ensayo de la Subsecretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires (1990), Primer Premio de Ensayo “Esteban Echeverría” concedido por Gente de Letras en 2009.
Fue becaria del DAAD en Berlín (1990) y de  la Maison des Écrivains Étrangers et des Traducteurs  (1998) en Saint-Nazare. 

     Como profesora invitada dio clase y dictó conferencias en las universidades francesas de Toulouse-Le-Mirail, Blaise Pascal, Caen, Avignon , Paris Sorbonne y Paris VIII, en la Univ. de La República del Uruguay y en la Univ. de Miami.

     Su labor como investigadora se volcó en varios ensayos, que consagró privilegiadamente a la coloquialidad en la literatura del Río de la Plata y a la obra de figuras como Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, que como tantos otros escritores le brindaron su amistad.

     En los títulos de los volúmenes de su obra narrativa, la belleza suele adelantarse al contenido:  Los que esperan el alba (novela inicial de 1967), La viajera perdida (1983), El cerco del deseo (1994) y Una lección de amor y otros cuentos (2005),  Nereidas al desnudo (2010), Bailarina de tres brazos (2011), que creo fue su último libro.

     La cordialidad permanente en su manera y en su trato, una discreción inalterable, una disposición generosa para la risa y una casi incapacidad para provocar situaciones incómodas u hostiles son los rasgos que hoy me la recuerdan como participante en las sesiones regulares de nuestra Academia, donde tuvimos el privilegio de su compañía y de su palabra.

     La conversación con sus familiares, de la que ayer pudimos beneficiarnos mientras velábamos su cuerpo, nos mostró otras facetas que a algunos de nosotros los austeros encuentros académicos no nos permitieron conocer, como su entrega a la amistad o su vocación por la música, la danza y el canto, acaso adivinables en su figura fina y en la ocasional recitación de versos y coplas populares, que a veces deslizaba  cuando el tema los llamaba.

     No querría cerrar estas palabras sin una mención, que desearía despojada de una tonalidad elegíaca, a lo que sospecho que fue también una vida cumplida con intensidad y con amor, mucho más allá de la imaginación y de los libros. El recuerdo de su rostro nos dice que había decidido ser feliz.  Si fue así, como creo, la existencia de Noemí Ulla fue de una dichosa plenitud. 

     Que descanse en paz.